Dos trabajadores fueron hallados culpables de estafar a más de 800 clientes por unos $3 millones de dólares al irrespetar contratos de mudanza y luego obligarlos a pagar más para devolverles sus pertenencias. El dueño de la empresa huyó a Israel.
Un grupo estafó a unos 800 clientes en Nueva York ofreciéndoles presupuestos de mudanza baratos y luego exigiendo tarifas exorbitantes a cambio de devolver sus posesiones, según fiscales federales.
Kristy Mak (34) y Andre Prince (45), dos trabajadores de la turbia empresa de mudanzas, fueron declarados culpables de retener como rehenes las pertenencias de sus clientes a menos que pagaran miles de dólares más en honorarios ilegales de último momento. Ambos permanecen libres bajo fianza hasta su sentencia programada para el 10 de abril. Podrían enfrentar hasta 20 años de prisión.
“Una vez que las pertenencias de los clientes estaban en los camiones, la cambiante empresa de Brooklyn exigía más dinero para descargarlas”, describió The New York Times.
Fue la peor experiencia que he tenido en mi vida»
Un jurado del Tribunal Federal de Brooklyn necesitó menos de un día para condenar el lunes a Mak y Prince por conspiración de fraude electrónico después de que fueron juzgados por ayudar a estafar a más de 800 clientes por un total de $3 millones de dólares.
Mak y Prince trabajaban en la oficina de Fort Lauderdale (Florida) de una empresa de mudanzas que cambiaba de nombre y dirección varias veces al año para estar un paso por delante de las quejas de los clientes y las malas críticas en línea.
El propietario de la empresa, Yakov Moroz, acusado en 2020, abandonó la libertad bajo fianza en enero. Se cree que está escondido en Israel, según fuentes policiales, indicó Daily News.
Mak trabajaba en servicio al cliente y como gerente de ventas para la empresa, que tenía nombres como “Great Movers”, New City Movers” y “American Choice Van Lines”. Mientras tanto, Prince laboraba como representante de ventas, usando un nombre falso cuando llamaba a posibles clientes y ofrecía estimaciones bajas para convencerlos, dijeron los fiscales.
Sin embargo, cuando llegaba el día de la mudanza, los clientes se enfrentaban a cargos por sobrepeso y una “tarifa de transporte”, supuestamente porque las carreteras y accesos a sus casas no eran adecuados para un camión con remolque de 53 pies, lo que significaba que la empresa tenía que enviar camiones más pequeños para finalizar la mudanza.
Excepto que la compañía en realidad no tenía un camión con remolque de 53 pies en su flota, testificó Kristin Smith, una empleada de servicio al cliente que aceptó un acuerdo de culpabilidad y se convirtió en informante del gobierno.
Smith testificó que preparó un guión para que sus compañeros de trabajo lo usaran con clientes furiosos. Si se negaban a pagar, “guardaremos [sus pertenencias] y tendrán una semana para recuperarlas antes de que salgan a subasta”.
Los miembros del jurado también escucharon a varias víctimas, incluido Christopher Post, un ex residente de Maryland que se mudó a Long Island (NY) en noviembre de 2017. “Fue la peor experiencia que he tenido en mi vida”, afirmó. En su caso obtuvo un estimado de $2,425 dólares, pero terminó pagando casi $6,700 para obtener sus pertenencias de vuelta y luego debió pagar $3,000 más a la otra empresa que sí concretó la mudanza.
“El jurado concluyó que estos acusados conspiraron en un plan despreciable para robar a sus víctimas cuando eran más vulnerables y estaban a merced de agentes corruptos que tenían como rehenes sus posesiones mundanas”, resumió el fiscal federal Breon Peace. “Ninguna persona que contrate servicios de mudanzas debería ser explotada de esta manera”.