Virgen, selvática y genuina, esta hermosa provincia de la isla latina todavía está sin explorar, por lo que es el momento de disfrutar de sus playas de postal, sus bosques, sus cuevas o sus cascadas en todo su esplendor. Un paraíso ecoturístico que sorprende.
En este Caribe dominicano, el de la paradisiaca, salvaje y todavía medio inexplorada península de Samaná, al noreste de la isla, las mujeres se siguen sentando al fresco a la puerta de casa para comentar la jornada cuando cae la tarde; los niños comen mangos recién caídos del árbol (ojo, que tienen hasta 12 tipos diferentes) y los mayores disfrutan jugando al ajedrez durante horas en cualquier bar de la esquina. O en cualquier calle. Basta sacar una mesa, varias sillas y un café (o en su defecto, una Presidente, la vanagloriada cerveza local) para comenzar la partida.
También le suelen dar a la lotería, una suerte de deporte nacional (el verdadero es el béisbol) con más de 20 sorteos diarios de toda índole. Y siempre suena de fondo, eso sí, merengue (Patrimonio Inmaterial de la Humanidad)o bachata, en general, o Juan Luis Guerra, en particular, dios musical por estos lares. Nota al lector: nació en el país. Igual que Romeo Santos, otro ídolo popular, sobre todo entre los jóvenes.
Son solo algunas pinceladas del modo de vida a fuego lento de Samaná, una de las 31 provincias de República Dominicana, donde aún se puede sentir el Caribe genuino a lo largo de sus 853 km2, habitados por 95.000 almas y salpicados de playas de postal, bosques tropicales para realizar rutas de trekking, a caballo, en bici o 4×4, parques nacionales, pueblos con encanto, valles exuberantes, campos de caña de azúcar (el ron es la bebida nacional), cuevas ancestrales… No faltan cascadas como la del Limón (la más espectacular de la isla, con 50 metros de caída) y santuarios de especies marinas como las ballenas jorobadas, ya que es uno los mejores lugares del mundo para verlas.
En definitiva, un prodigio de la naturaleza que aún conserva la virginidad y la magia tan impensables en otros enclaves de la región. De ahí que el ecoturismo sea la principal baza con la que se vende Samaná en contraste con la famosa Punta Cana de sol, fiesta y playa. Por si fuera poco, en verano se puede llegar en vuelo directo desde España con el touroperador Soltour (el único que lo ofrece), perteneciente al grupo turístico mallorquín Piñero, con más de 40 años de historia, que tiene fijada su atención en este desconocido edén.
Para que deje de serlo, ha diseñado paquetes de «mega todo incluido», que no solo ofrecen siete noches de hotel en dicho régimen, billetes de avión y traslados, sino dos experiencias locales gratuitas con la agencia sobre el terreno Coming2. «Creamos un producto distinto que aporta valor, ya que Samaná es un destino para descubrir, recorrer, sentir y vivir», dice Teresa Aritzi, directora de Marketing de Soltour Travel Partners.
AMALGAMA DE CULTURAS
Todo con tal de enseñar lo mejor de esta tierra, «yendo más allá del típico vergel de aguas cristalinas y mojitos a granel», señala Wilfredo Benjamin Kelly, agregado cultural del Ministerio de Turismo para Samaná. También es representante de la comunidad afroamericana llegada a esta zona desde Estados Unidos. De ahí que sus apellidos sean anglosajones. «Es Benjamin y no Benjamín y hay muchos Smith, Johnson, Green…», recalca. «La mezcla de identidades es enorme, lo que supone un gran riqueza cultural. Además de los taínos, los primeros habitantes de la isla, y los españoles, también pasaron por aquí franceses, norteamericanos…», sigue. Esa interesante amalgama es un atractivo más de la región, que ofrece mil propuestas según el tipo de viajero: familias, parejas, solteros, amigos…
Los primeros disponen de hoteles especialmente pensados para ellos, entre los que destacan dos de la cadena Bahía Príncipe: los todo incluido de cinco estrellas Grand Cayacoa, situado en la capital, Santa Bárbara de Samaná (o Samaná a secas, como la llaman), rematada a base de casas coloniales, un genuino mercado de abastos y una preciosa bahía, y Grand El Portillo, en Las Terrenas, un agradable municipio al norte conocido por sus largas playas idílicas de arena blanca y aguas turquesas y, lo mejor, casi vacías.
De la de Morón (con antiguos cañones de piratas incluidos)a la de Punta Bonita (el nombre lo dice todo), Las Ballenas, Cosón o El Portillo, la del hotel, con sus interminables palmeras. «Hacemos de todo en ella: kayak, yoga, buceo, snorkel, masajes…», afirma Pedro Enrique Metivier, asistente de Ventas del complejo, que cuenta con varias piscinas, spa, club infantil y juvenil, parque acuático, tiendas, cinco restaurantes temáticos (del italiano al griego o el brasileño)…
HOTELES PARA TODOS LOS GUSTOS
Los que busquen intimidad tienen el todo incluido para adultos Viva Wyndham V Samaná, también en Las Terrenas, donde el relax marca la pauta a golpe de diseño, camas balinesas y cócteles de autor. Quien quiera darse un capricho puede elegir el exclusivo Cayo Levantado Resort, recién inaugurado por el grupo Piñero en la exótica isla homónima, a 10 minutos en barco desde la ciudad de Samaná.
En cuanto a las experiencias, uno puede apuntarse a una sesión de aventura recorriendo en tirolina el bosque tropical de Juana Vicente a lo largo de 10 tramos de entre 85 y 450 metros de longitud. Las vistas en verde desde allí arriba son únicas, a lo que se une la bestial descarga de adrenalina.
La vivencia se completa con una visita al parque selvático de Monkeyland, donde los turistas se las ven con alrededor de 40 monos saimiri (conocidos con el sobrenombre de ardilla) que se suben sobre sus cabezas y hombros (o lo que haga falta) en busca de algo de que llevarse a la boca.
También hay cabida para una ruta en buggy hasta una de las playas (oficiales) más bellas del mundo. Hablamos de Playa Rincón, en el oeste de la isla, a la que se llega en menos de una hora desde la de Las Galeras tras atravesar pueblitos multicolores, queserías y plantaciones de fruta, café y cacao.
Tocaría adentrarse en las comunidades locales para conocer su trabajo con productos autóctonos. Empezaríamos con el aceite de coco de la cooperativa de mujeres Mudesa, liderada por la afable Virginia Acosta para promover el empleo femenino. «Empezamos seis hace años y ahora somos 64, y eso que nadie confiaba en nosotras», asegura orgullosa mientras guaya (ralla) coco de forma manual. También estarían la fábrica de puros premium hechos a mano Las Ballenas (un guiño a las jorobadas) y las artesanías con cáscara de coco del centro de emprendimiento Supérate.
El tour por Samaná no está completo sin el Parque Nacional de Los Haitises, un mosaico natural de formaciones kársticas, estuarios, cayos y manglares compartido por varias provincias. La mejor forma de descubrir una parte (mide 1.600 m2) es en kayak, con parada obligada en alguna cueva. Por ejemplo, la del Diablo, en la que se grababan las nominaciones del programa La isla de los famosos, con Paula Vázquez a la cabeza, hace ya casi 20 años. Todavía preguntan a los guías dónde se colocaba la presentadora.
elmundo.es