Neoyorquinos siguen elevando el tono de sus quejas, por el caos que rodea a los ‘shelters’. Mientras legisladores demócratas cuestionan lo que consideran un tono «xenófobo» del mandatario, los republicanos aplauden que se reconozca la «catástrofe» que vive la Ciudad.
Luego de 14 meses en que la Ciudad de Nueva York empezó a tener los primeros síntomas de lo que se describió inicialmente como una crisis migratoria, en palabras de las propias autoridades municipales, ya mutó a una catástrofe: Ahora, miles de neoyorquinos empiezan a quejarse cómo sus vecindarios y servicios, ya no son los mismos.
De hecho, el mismo alcalde Eric Adams hizo este miércoles en la noche uno de los comentarios más fuertes sobre esta tragedia humanitaria, que sigue trayendo a la Gran Manzana a centenares de personas de Centro y Suramérica, Asia y Africa, pidiendo hospedaje, alimentos y servicios médicos.
“Este problema destruirá la ciudad de Nueva York. …Todos nosotros nos veremos afectados por esto. Lo dije el año pasado cuando teníamos 15,000, y les digo ahora con 110,000. La ciudad que conocíamos, la estamos a punto de perder”, pronunció en un discurso en una reunión de Ayuntamiento en el Upper West Side de Manhattan.
El Alcalde cargó nuevamente contra la Administración Biden por no tener hasta ahora respuestas claras al flujo indetenible de inmigrantes. Un discurso que ha mantenido por meses. Y que al parecer no ha tenido ningún eco en la Casa Blanca.
“Les voy a decir algo, neoyorquinos, nunca en mi vida he tenido un problema al que no le vi un final. No veo un final para esto”, acotó.
Adams nuevamente apuntó contra el gobierno federal, por no intervenir con más asistencia federal: “Tenemos que alimentar, vestir, alojar, educar a los niños, lavar la ropa, darles todo lo que necesitan”, remató.
El mandatario neoyorquino asegura que desde hace meses estaba tratando, a toda costa, que la crisis migratoria, no impactará de cerca a los vecindarios.
Reiteró que este problema fue creado por “un loco” de Texas que empezó a mandar autobuses con inmigrantes que acababan de pasar la frontera sur con México, con clara alusión al gobernador republicano Greg Abott.
Sin embargo, apeló a que los neoyorquinos reinterpreten que “estamos juntos” frente a este reto.
“Cuando esto inició, entendí que estábamos al frente de un riesgo de perder la ciudad. Ahora Staten Island dice que los envíemos a Manhattan. Manhattan dice que los envíen a Queens. Queens dice que los envíen a Brooklyn. No, ese no es el juego“, insistió.
¡Esto ya no parece Nueva York!
Desde la primavera del año pasado, miles de personas empezaron a llegar mayoritariamente de Venezuela, Ecuador y países centroamericanos. Ahora el flujo empieza a ser global, pues han arribado en este verano miles de hombres solteros de Chad, Mauritania, El Congo y Senegal, de acuerdo con registros no oficiales.
“Tenemos un déficit de 12 mil millones de dólares que vamos a tener que recortar. Todos los servicios en esta ciudad se verán afectados”, reforzó una vez más el mandatario municipal, en la reunión en el seno de una comunidad en el oeste de Manhattan, en donde los vecinos han visto como varios hoteles y edificios se han convertido en refugios. Y de acuerdo con el testimonio de muchos, en muy poco tiempo, se transformaron en zonas en donde ya no se sienten seguros.
El Diario conversó con varios residentes de la calle 70 y la Avenida Columbus en donde la edificación de Stratford Arms, que ha servido como residencia para la Academia Estadounidense de Música y Drama (AMDA), fue convertida en un albergue. En resumen, todos los consultados de la apacible calle residencial, coinciden en que su vecindario se convirtió en un ”infierno”, especialmente en horas nocturnas.
Una residente que se identificó como Victoria, dice que simpatiza con el concepto de ‘ciudad santuario’, pero está segura que fue “mal interpretado” por las actuales autoridades municipales.
“No sé cuál otra ciudad del mundo abre paso a situaciones como estas. Personas que están todo el día sin hacer nada, usando drogas y tomando alcohol a veces frente a una escuela católica que está en la esquina, las bicicletas, las motos en las aceras, el desorden en las noches. Cualquier reclamo te responden de forma agresiva. ¿El Alcalde sabe que tipo de gente está trayendo a nuestras comunidades?”, reclamó la residente.
La misma queja la tienen moradores de la Avenida Octava y Novena y las calles 55, 56 y 57 de Manhattan, marcadas por la proliferación de motocicletas y bicicletas de inmigrantes que trabajan como deliveries.
“No podemos ni caminar a veces. Pagas una renta cara, para vivir en un vecindario decente, que se convirtió en un desastre. Ni siquiera cuando vivía en años anteriores en Queens y El Bronx presencié tanto desorden”, resumió un abogado colombiano de Hell’s Kitchen, quien prefirió reservar su identidad.
También varios comerciantes de los alrededores del hotel Row, uno de los centros de acogida para familias inmigrantes, ubicado en el distrito de los teatros, en Manhattan, describen que han observado en pocos meses situaciones que nunca antes habían presenciado.
“!Esto ya no parece Nueva York! sabemos que hay caos y basura siempre, que siempre ha existido el peligro. No se trata de discriminar. Pero creo que hasta ahora como neoyorquinos hemos sido muy generosos. Mientras se siga enviando el mensaje de que aquí hay casa y comida gratis para todos, nunca se resolverá el problema”, comentó airado un inmigrante italiano, quien asegura ya ha tenido varios inconvenientes violentos al frente de su negocio.
Demócratas critican la retórica
Pero más allá del evidente y creciente rechazo de los residentes de Nueva York, sobre la forma cómo esta crisis migratoria está afectando sus vidas y eventualmente los servicios públicos, algunos legisladores demócratas condenaron a rajatabla la alocución del Alcalde Adams.
Tal fue el caso de la senadora demócrata de Queens, Jessica Ramos, quien en la red social X publicó: “Nuestros vecinos inmigrantes definen el ajetreo de Nueva York. Sugerir que están destruyendo nuestra ciudad es derrotista e insultante. Esto fue irresponsable, es una retórica xenófoba y antiinmigrante. Nueva York no puede ser destruida”.
También la concejal Tiffany Cabán, de Queens, lanzó improperios en contra del mandatario municipal en la misma red social, escribiendo que “decir que los inmigrantes de todo el mundo que llegan aquí destruirán la ciudad de Nueva York es una basura trumpista repugnante. ¿10,000 al mes? En 1907, esa cantidad llegó en un “día”. Y eso hizo esta ciudad.
Cabán exigió al mandatario que deje la demagogia e invierta en dar la “bienvenida a los solicitantes de asilo y conseguirles trabajo”.
¿Qué vamos hacer con la crisis?
En la minoría republicana del Concejo Municipal y la Asamblea Estatal, como era predecible, también se abalanzaron a favor de la tesis que la crisis migratoria está afectando la calidad de los neoyorquinos.
En esta dirección, la concejal Vicky Paladino de Queens, quien aseguró haberse reunido en privado con el alcalde Adams, para exponerle los temores y las frustraciones de sus representados neoyorquinos, indicó que le “complace saber que se comprende la gravedad de lo estamos enfrentando: la pérdida total de nuestra ciudad tal como la conocemos”.
“Esto no es una exageración de ninguna manera. No podemos seguir funcionando como una ciudad en donde miles de inmigrantes ilegales llegan cada mes y sigamos atendiéndolos ilimitadamente”, subrayó.
Paladino hizo públicamente varias preguntas: ¿qué vamos a hacer con la crisis en general? ¿Vamos a utilizar acciones ejecutivas y poderes de emergencia para salvar esta ciudad poniendo fin a nuestra política de santuario y limitando seriamente nuestros derechos de vivienda? ¿Vamos a empezar a ejercer una presión real sobre el gobierno federal para cerrar la frontera y reiniciar la aplicación de la ley de inmigración interior?
En los hechos…
Mientras el alcalde Adams en sus palabras, sigue elevando el tono contra la Casa Blanca por los efectos financieros provocados por un flujo de personas sin precedentes hacia la Gran Manzana, solicitando su derecho a ser alojados, su administración continúa abriendo nuevos refugios de emergencia.
En los hechos, las acciones de la Ciudad, para ayudar a los recién llegados no se han detenido.
Asimismo, Anne Williams-Isom, vicealcaldesa de salud y servicios humanos de la ciudad, reiteró este miércoles que la disposición sobre el derecho a un refugio, era una de las principales razones por las que los inmigrantes elegían venir a la ciudad.
“Antes, el derecho a la vivienda era nuestro secreto. Ahora todo el mundo sabe, que si vienes a la ciudad de Nueva York, haremos lo que siempre hacemos. Tenemos un gran corazón. Tenemos compasión. Vamos a cuidar de la gente”, señaló la funcionaria.
“Todos en el mismo saco”
Muchos recién llegados, que en algunos casos llevan casi un año en los “shelters”, empiezan a asumir que será muy difícil pese a la ayuda gubernamental lograr integrarse, conseguir un trabajo que les permita salir de los ‘shelters’ y más intrincado aún, concretar un camino a la legalización.
El testimonio de la venezolana Yubirí Fernández, de 28 años, quien vive en un hotel-refugio en Manhattan, desde hace seis meses, podría ser representativo de lo que piensan miles de sus compañeros en esta complicada ruta migratoria.
Yubirí entiende que muchos neoyorquinos tienden a poner a todos “en el mismo saco”, lo que en palabras coloquiales de su país, significa que están juzgando a todos, por el mal comportamiento de unos pocos.
“En lo personal siempre agradeceré a esta ciudad su ayuda. Es muy complicado quedarse aquí porque todo es muy caro. Yo no veo para atrás. Pero si estoy tratando de irme a una ciudad más pequeña o un pueblo en donde haya más oportunidades. Aquí no sobran los trabajos, como muchos piensan”, acotó.
La inmigrante quien aspira a traerse a su hijo adolescente de Caracas, “cuando esté más estable”, reconoce que “muchos de mis compatriotas, especialmente los jóvenes que vinieron solos sin familia se están portando mal. Y eso nos destruye a todos”, concluyó.