Francisco ha tomado medidas drásticas contra el Sodalicio de Vida Cristiana, una influyente organización religiosa laica y ultraconservadora de Perú, que ha enfrentado numerosas denuncias de abusos sexuales y comportamientos sectarios. Fundada en 1971, el Sodalicio se inspiró inicialmente en la Falange española como una especie de milicia de “soldados de Dios”. Tras las investigaciones periodísticas que comenzaron en 2000, el Vaticano envió una misión especial para investigar y limpiar la organización, que cuenta con fuertes lazos en la política y los medios peruanos.
Recientemente, el Papa expulsó a su fundador, Luis Fernando Figari, de 77 años, quien está acusado de haber abusado de menores y adultos. También se expulsaron a otros diez miembros de la cúpula del Sodalicio, incluyendo al arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren, en un movimiento que el Vaticano califica de limpieza por los “métodos sectarios” utilizados por la organización.
La periodista Paola Ugaz, quien ha investigado el escándalo, informa que la Fiscalía peruana investiga el imperio empresarial del Sodalicio, que abarca desde el mercado inmobiliario hasta la minería. Se sospecha de un sistema de blanqueo de dinero a través de paraísos fiscales, en el que están implicadas tanto la política como la propia Iglesia. Este entramado se ha visto facilitado por un informe del arzobispo español Luis Martínez Sistach, que en 2000 respaldó la creación de un cementerio privado, lo que permitió al Sodalicio establecer una red de cementerios de lujo y, por ende, un imperio económico.
La reacción del Sodalicio ha sido desafiante, lanzando una campaña de desprestigio contra la misión del Vaticano, incluyendo una denuncia contra el sacerdote español Jordi Bertomeu, miembro de dicha misión. En respuesta, el Papa ha advertido a los denunciantes que podrían ser excomulgados si no retiran sus acusaciones, argumentando que están “suscitando públicamente el odio contra la Sede Apostólica”.
Ugaz también destaca que el Sodalicio ha operado como un “Estado dentro del Estado”, protegiéndose con fuertes relaciones políticas y empresariales. Sin embargo, con la intervención del Vaticano, se espera que se revelen más hechos que afecten a la imagen y las actividades del Sodalicio, cuya fortuna se estima en 1.000 millones de dólares.
La organización ha comenzado a perder su control sobre el entorno, y el Papa parece decidido a desmantelar su red de corrupción y abuso, lo que podría dar lugar a nuevos cambios en los próximos días. La situación sigue siendo tensa y se espera que las investigaciones continúen profundizando en el oscuro mundo del Sodalicio y su influencia en Perú.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com