Nueva York tiene mucho que ofrecer tanto a turistas como a residentes y sus icónicos edificios y calles están llenas de historias, pero es desconocida la de estos felinos que dejaron una huella y que ahora la escritora Peggy Gavan está dando a conocer.
Un nuevo recorrido por Nueva York lleva a conocer las particulares historias de unos residentes muy particulares: gatos que han contribuido a la seguridad y vida diaria de la ciudad y que les convirtió en famosos, como Jerry Fox, que salvó vidas al alertar sobre un incendio en un edificio, y al que ahora buscan inmortalizar con una placa en su honor.
Nueva York tiene mucho que ofrecer tanto a turistas como a residentes y sus icónicos edificios y calles están llenas de historias, pero es desconocida la de estos felinos que dejaron una huella y que ahora la escritora Peggy Gavan está dando a conocer.
¿Es usted amante de los gatos, le gusta la historia? Entonces le interesará unirse a ‘Cats About Town’, un paseo por las calles de la comunidad de Brooklyn Heights -de bellas y costosas residencias que antaño fueron fincas de holandeses- que comenzó el pasado agosto.
«Hay miles de historias sobre gatos en la ciudad de Nueva York» asegura a EFE Gavan, que inició este proyecto junto con Daniel Rimada, y lo extenderán el próximo año con un nuevo recorrido, en ese caso para glosar la historia de los gatos de Wall Street.
El paseo de Brooklyn comienza en el parque Walt Whitman, a solo unos pasos del icónico Brooklyn Bridge, con Gavan como maestra de ceremonias.
Adorna su cabeza con orejas rosadas de gato, usa un vestido con dibujos de felinos, y guantes negros, y de su mochila cuelga un llavero con un enorme y mullido rabo de gato gris y blanco.
La guía entrelaza las historias de los gatos y sus compañeros humanos -que llevan al público hacia atrás, hasta el siglo XIX-, con la historia de la zona donde ocurrieron, lo que complementa con fotos de la época en blanco y negro. El precio de la experiencia de dos horas: 60 dólares.
Entre las historias, este primer grupo de clientes, que le escucha atentamente, supo que un mes antes de que el Brooklyn Bridge fuera inaugurado en 1883 -cuando Emily Roebling fue la primera en cruzarlo- un gato callejero había hecho ese recorrido.
«Lo que mucha gente no sabe, y lo que no van a ver en ningún tour y no van a leer en ningún libro de historia» es que un felino -se desconoce si era Ned o Nelly- fue llevado al puente por un político local y que tras llegar a Manhattan se realizó una gran fiesta, comentó.
Destacó la valentía de Harry, conocido por ser muy perezoso a diferencia de sus hermanos, que salvó su hogar al agarrar con sus uñas y tirar al suelo las cortinas que se habían incendiado, lo que permitió al dueño extinguir las llamas.
El gato con gafas
Otra historia en este recorrido es la del viejo Jerry Fox, que despertó grandes simpatías cuando en 1904 y a sus 28 años alertó, -maullando- sobre un incendio en la cúpula de lo que era la alcaldía de Brooklyn, en la popular plaza Cadman.
Jerry vivía en un café cercano y era amigo, conocía jueces, abogados, alcaldes, policías, bomberos; a todos los que acudían al lugar y todos le querían. Su estrella llegó a ser tema de un periódico local.
Cada día a la misma hora hacía un recorrido por edificios y si algo no se veía bien, maullaba y venía algún policía, alertados porque sabían que un maullido de Jerry significaba que había algo que resolver, afirmó Gavan.
Jerry tenía una particularidad: por su edad usaba espejuelos que le hizo un médico amigo y según el New York Times, eso le dio «pintoresca dignidad» al felino, que murió en diciembre de 1904 al caer en un hoyo en la calle cuando salía a hacer sus rondas diarias.
«Al principio nadie se percató, pero pasaron los meses y todos preguntaban: ‘¿Dónde está mi amigo?’ No fue hasta mayo del 1905 cuando trabajaban otra vez en el hoyo que encontraron sus restos junto a sus pequeños espejuelos», comentó Gavan, que publicó varias de estas historias en 2019 en su primer libro ‘The Cat Men of Gotham: Tales of Feline Friendships in Old New York’.
Jerry tuvo un gran funeral, como todo un héroe, al que acudieron todos sus amigos e incluso el New York Times que escribió un obituario para el querido felino.
Ruth E. Hernández Beltrán