En busca de señales desde el espacio profundo
Enclavado en las montañas de Virginia Occidental, en el este de Estados Unidos, un gigantesco telescopio comienza su vigilia cada noche, escudriñando el universo en busca de sus secretos.
Si existe vida inteligente fuera de la Tierra, los equipos del Observatorio de Green Bank, el mayor radiotelescopio orientable del mundo, podrían ser los primeros en enterarse.
«Desde que la gente miró al cielo y se preguntó si hay otros mundos, siempre han cuestionado ‘¿estamos solos en el Universo?'», afirma Steve Croft, científico de la iniciativa Breakthrough Listen.
Durante los últimos diez años, este innovador proyecto ha colaborado con el observatorio, financiado por el gobierno de EE.UU. y construido en los años 50, en la búsqueda de indicios de tecnología extraterrestre.
La búsqueda de inteligencia extraterrestre, durante mucho tiempo vista como excéntrica, está viviendo un renacimiento gracias a los avances en inteligencia artificial, aprendizaje automático, y nuevos descubrimientos que muestran que casi todas las estrellas albergan planetas, muchos similares a la Tierra.
«Tengo la impresión de que estamos en una especie de edad de oro», dice Croft, un radioastrónomo formado en Oxford que comenzó su carrera estudiando fenómenos astrofísicos como los agujeros negros.
«Silencio radioeléctrico»
En 1958, el gobierno de EE.UU. declaró los alrededores del observatorio como una «zona nacional de silencio radioeléctrico» para proteger los sensibles equipos astronómicos de interferencias.
Para los residentes, esto significa que no hay red telefónica y la conexión wifi es limitada. Además, los vehículos que visitan el observatorio funcionan con diésel para evitar las interferencias eléctricas que generan las bujías de los autos a gasolina.
«Creo que la comunidad está orgullosa de tener aquí unas instalaciones científicas de primer nivel», explica Paul Vosteen, quien ha trabajado en el observatorio durante ocho años.
De pie en la plataforma más alta de la antena parabólica de 100 metros, Vosteen señala hacia los Montes de Allegheny, que actúan como una barrera natural contra las señales de radio circundantes.
La radioastronomía, nacida en 1933 cuando el físico estadounidense Karl Jansky descubrió ondas de radio provenientes del centro de la Vía Láctea, ha permitido a los astrónomos explorar más allá de planetas y estrellas, adentrándose en regiones del cosmos que los telescopios ópticos no pueden ver.
Este campo ha sido la fuente de numerosos avances, desde el descubrimiento de púlsares hasta la detección de ráfagas rápidas de radio.
Se especula que si existen otras civilizaciones, podrían estar emitiendo ondas de radio, tal como lo ha hecho la humanidad desde el siglo XIX.
«Nuestras posibilidades aumentan»
Cada año, un equipo de Breakthrough Listen, de la Universidad de California en Berkeley, visita el observatorio para dar mantenimiento a los rieles que sostienen la estructura de 7,700 toneladas.
«Es un momento de calma cada vez que estoy aquí», dice Matt Lebofsky, responsable informático del proyecto. «Sin teléfonos móviles ni televisión, el entorno permite concentrarse».
En la sala de servidores, el zumbido de 6,000 discos duros que contienen datos equivalentes a 40,000 computadoras portátiles, obliga a elevar la voz para ser escuchado.
«Básicamente, buscamos ‘cosas raras’ en los datos», explica Croft, algo que sugiera que formas de vida intentan comunicarse o que los científicos están captando transmisiones accidentales.
La famosa señal de radio «¡Wow!» detectada en 1977, cuyo origen sigue siendo un misterio, conmovió a la comunidad científica.
En 2020, el equipo de Breakthrough Listen descubrió que otra supuesta transmisión, denominada «Breakthrough Listen Candidate 1» y procedente del sistema estelar Próxima Centauri, era en realidad interferencia de radio humana.
Pero Lebofsky no se desanima. Al contrario, se siente más optimista que nunca debido a la creciente cantidad de datos recopilados. «Siento que nuestras posibilidades aumentan exponencialmente cada año».