Cada día hay más estudios que subrayan el importante papel de la alimentación en nuestros objetivos de salud y en cómo alcanzar la vejez de manera saludable.
Con el paso de los años, hemos visto cómo el envejecimiento va más allá del simple paso del tiempo. Factores como la genética, el estilo de vida y el entorno influyen en que este proceso sea más o menos rápido y se desarrolle de una manera saludable. Por ello, los expertos no cesan en su empeño por descubrir el secreto de la eterna juventud, o al menos encontrar la forma de ralentizarlo.
Uno de los últimos estudios al respecto, publicado por la escuela T.H. Chan de Salud Pública de Harvard, ofrece una visión dual sobre el envejecimiento. Por un lado, los investigadores señalan que es poco probable que logremos ser jóvenes eternamente. Los datos revelan que solo una de cada diez personas llega a los 70 años con buena salud física y mental.
No obstante, el estudio también aporta un rayo de esperanza. Los investigadores sugieren que hay varios cambios en el estilo de vida que, si se implementan a partir de los 40 años, pueden mejorar significativamente la calidad de vida en la vejez. Entre estos cambios se incluyen una dieta equilibrada, ejercicio regular, la gestión del estrés y mantener relaciones sociales activas.
El estudio se centra especialmente en la primera de ellas: nuestra alimentación. Según este estudio, una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y grasas no saturadas puede ser clave para que el proceso de envejecimiento sea más saludable. Nada que no hayamos visto antes.
La autora principal, Anne-Julie Tessier, investigadora asociada del departamento de nutrición, presentó los resultados en la reunión anual de la Sociedad Americana de Nutrición, celebrada a principios de julio.
«Nuestro estudio aporta pruebas para que las recomendaciones dietéticas tengan en cuenta no solo la prevención de enfermedades, sino también la promoción del envejecimiento saludable en general como objetivo a largo plazo», explicó la experta. No solo se estudiaron los patrones alimenticios de los participantes; también se controlaron aspectos como los antecedentes de salud, su actividad física, si fumaban o bebían e incluso cuál era su situación socioeconómica. Tras analizar estos factores, se siguió manteniendo esa fuerte relación entre dieta y envejecimiento.
«Nos sorprendió la solidez de la relación entre unos patrones alimentarios saludables en la mediana edad y una vida sana en la madurez, incluso después de tener en cuenta otros factores, como la actividad física, que también se sabe que influyen en la salud», afirmó Tessier en un artículo sobre el estudio publicado el 2 de julio en NBC News. Nuevamente, encontramos evidencias de que nuestra salud pasa por nuestra alimentación. Por ello, siempre recalcamos la importancia de acudir a la consulta de un especialista en nutrición que nos oriente y nos dé la información adecuada a nuestras circunstancias.
Por Vanitatis