El alcalde de Nueva York, Eric Adams, junto con la organización Future of Fifth Partnership, revelaron sus planes para transformar la icónica Quinta Avenida, entre Bryant Park y Central Park, en un moderno bulevar peatonal. El proyecto tiene como objetivo mejorar la seguridad de los peatones y reforzar el estatus de la Quinta Avenida como un motor económico y de empleos clave para la ciudad.
Entre los cambios más significativos, se contempla una ampliación del 46% en las aceras, reduciendo los carriles de tránsito vehicular de cinco a tres. Esta reconfiguración busca facilitar cruces más seguros al acortar las distancias de los peatones. Además, se incorporarán nuevas áreas verdes, mejor iluminación y otras mejoras estéticas, aumentando tanto la seguridad como la experiencia de los transeúntes.
Según las autoridades, el rediseño, que será el primero en los 200 años de historia de la avenida, podría amortizarse en menos de cinco años gracias al aumento en los ingresos por impuestos a la propiedad y las ventas. El alcalde Adams destacó la importancia de estos cambios, afirmando: “El 70% de las personas en la Quinta Avenida son peatones, pero solo pueden utilizar menos de la mitad del espacio. Vamos a cambiar esa situación para crear un bulevar que rivalice con los más grandes del mundo”.
Actualmente, la Quinta Avenida mide 100 pies de ancho, con cinco carriles de tráfico vehicular y dos aceras de 23 pies cada una. Sin embargo, pese a que los peatones representan la mayoría del tráfico, solo el 46% del espacio está destinado a ellos. Durante las temporadas altas, como las festividades, el corredor puede llegar a albergar hasta 23,000 personas por hora, lo que equivale a un Madison Square Garden lleno más 4,000 personas adicionales. Esta situación, según las autoridades, hace urgente la necesidad de rediseñar el espacio para acomodar a más peatones de manera segura.
Con el nuevo diseño, las aceras se ampliarán a 33.5 pies a cada lado, ofreciendo un espacio sin obstáculos de 25 pies para los peatones y una sección adicional de 8.5 pies para áreas verdes y árboles. Esta configuración también reducirá la longitud de los cruces, mejorando significativamente la seguridad de los peatones.
La Quinta Avenida ha sido una columna vertebral económica para Nueva York, generando más de 313,000 empleos directos e indirectos, 44,100 millones de dólares en salarios y 111,500 millones en producción económica anual. Según María Torres-Springer, la primera vicealcaldesa, este rediseño “mejorará profundamente la calidad de vida y aumentará la actividad económica”.
A pesar de los elogios, el proyecto ha generado críticas de ciertos sectores. Danny Pearlstein, director de políticas y comunicaciones de la organización Riders Alliance, expresó su descontento con el plan. Pearlstein argumentó que el proyecto ignora las necesidades de los usuarios de transporte público, señalando que “la Quinta Avenida debería ser una vía prioritaria para los autobuses”, refiriéndose a la promesa incumplida de una vía exclusiva para el transporte público. Según él, la propuesta beneficia principalmente a las tiendas de lujo, pero no toma en cuenta cómo los trabajadores se desplazan diariamente a sus empleos.
La transformación de la Quinta Avenida está destinada a cambiar el panorama urbano de uno de los corredores más emblemáticos del mundo, y aunque se espera que impulse el desarrollo económico y mejore la experiencia peatonal, la implementación del plan tendrá que equilibrar las demandas de los diferentes grupos que utilizan la avenida a diario.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com