China afirma que su diseño es escalable a varios tamaños de cerebros y que llevan dos años probándolo con roedores sin que se dañe.
Estos implantes cerebro-ordenador se han convertido en una prioridad para la industria tecnológica china.
En abril de 2021, Elon Musk mostró un vídeo de un mono jugando al Pong sin tocar los mandos. Podía hacerlo gracias a Neuralink, el proyecto para conectar el cerebro humano a los ordenadores. En enero de este año, el propio Musk reveló al mundo que había conseguido uno de sus objetivos más ambiciosos: el primer implante humano de Neuralink. Con el visto bueno de la Administración de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos y esa primera prueba exitosa, es de esperar que el proyecto cerebro-ordenador vaya a más a lo largo de los próximos años.
Y alguien que no se quiere perder esa carrera tecnológica es China. De hecho, acaban de anunciar que ya tienen su primer implante BCI llamado Neuroscroll en el que llevan trabajando unos años.
Jugar al ajedrez con el cerebro. Sí, a ver, para jugar al ajedrez debes usar el cerebro, pero en marzo de este año fuimos testigos de un hito en la tecnología y en las tecnologías de interfaz cerebro-ordenador. Dos meses después del primer implante BCI (Brain-Computer Interface), pudimos ver a Noland Arbaugh controlando el cursor de un ordenador únicamente utilizando sus pensamientos.
Abraugh perdió las funciones musculares de hombros para abajo tras un accidente de buceo hace unos ocho años y, desde entonces, no ha podido mover sus extremidades. Con Neuralink pudimos verlo jugando una partida de ajedrez digital utilizando únicamente esas ondas cerebrales que le permitieron controlar el cursor del Mac. Esto fue posible después de un largo entrenamiento, pero según él, es algo que le cambió la vida.
Neuroscroll. Es un proyecto tremendamente ambicioso, pero desde China ya tienen una respuesta y se llama Neuroscroll. Se trata, evidentemente, de una sonda neuronal con una densidad de 1.024 canales que puede realizar un registro de las actividades neuronales. Lo han probado en un primate macaco, afirmando que el registro en profundidad es total.
La longitud de esta sonda se puede ajustar de 10 milímetros a 90 milímetros, pudiendo ser ajustable al tamaño de cerebros, desde roedores hasta primates. Es obra de un equipo de la Universidad de Pekín y del Instituto de Ciencias del Cerebro de Shenzhen en Hong Kong y con la sonda se pudo lograr un seguimiento simultáneo de las actividades de más de 700 neuronas individuales que cubren toda la profundidad del cerebro del macaco. Además de en los monos, también lograron un registro neuronal estable del cerebro de una rata durante dos años.
«Un impacto transformador». Esa prueba a largo plazo es interesante porque, como señala Duan Xiaojie, de la Universidad de Pekín, es algo que demuestra no sólo la biocompatibilidad, sino la estabilidad a largo plazo de la sonda. Además, pruebas tan dilatadas también han podido probar que las sondas permanecen intactas y funcionales después de repetidas deformaciones por flexión.
Por su parte, Cheng Heping es el director del Centro Nacional de IMágenes Biomédicas de la Universidad de Pekín y afirma que, implantando múltiples sondas, será posible lograr registros neuronales de decenas de miles de canales. Esto será algo que «tendrá impactos transformadores en la investigación en neurociencia básica y neurociencia traslacional, como las interfaces cerebro-máquina», continúa Cheng.
Clave para China. Ahora bien, no es la primera vez que llegan noticias así desde China. En abril de este año, se compartió que un sistema llamado NeuCyber Array BMI desarrollado por el Instituto Chino de Investigación Cerebral de Pekín implantado en un mono permitió al mismo controlar un brazo robótico aislado para agarrar una fresa utilizando, simplemente, sus pensamientos.
Y es de esperar que lleguen más avances en este sector a lo largo de los próximos meses, ya que China ha convertido la investigación en BCI en una cuestión de Estado. Recientemente, dieron los pasos adecuados para el desarrollo de una industria de BCI, con la creación de un comité técnico de normalización de interfaces cerebro-ordenador y bajo el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información.
El plan es no quedar por detrás de Estados Unidos en una tecnología que puede ser clave para el futuro de la investigación, pero también de campos como la medicina o, no menos importante, el mejorar la vida de miles de personas incapaces de controlar sus extremidades. Y es algo paralelo a la hoja de ruta del gobierno chino para plantar cara a las tecnologías y desarrollo occidental que se reforzó durante el año pasado a medida que iban llegando las nuevas sanciones comerciales.
Alejandro Alcolea