Conoce la enigmática historia de la Estrella de Belén y explora las perspectivas históricas y astronómicas que rodean el fenómeno celeste mencionado en el Evangelio de Mateo, que guió a los Reyes Magos hasta Jesús.
La Estrella de Belén, tal como se describe en el Evangelio de Mateo, ha intrigado a los estudiosos durante siglos. Este cuerpo celeste, que se dice que guió a los magos desde el este hasta Jerusalén, plantea la pregunta: ¿fue un verdadero evento astronómico?
El evangelio, escrito alrededor del año 85 d.C. y el único de los cuatro evangelios canónicos que menciona esta estrella, ha sido fuente de fascinación y debate. El término utilizado para la estrella, ‘αστερα’ en griego (traducido como ‘astra’), podría implicar varios fenómenos celestes, como una estrella, un planeta o un cometa.
Por su parte, el doctor Greg Brown, astrónomo del Real Observatorio de Greenwich en Londres, reconoce el debate en curso sobre la naturaleza de la Estrella de Belén. Sugirió al sitio web especializado IFLSciente que podría haber sido un evento extraordinario como una supernova, presenciada en el año 4 a.C., o un suceso astrológicamente significativo como un cometa o una conjunción planetaria.
La idea de un evento transitorio se alinea con muchas teorías, pero también plantea la posibilidad de que la mención de la estrella pueda ser una adición simbólica o ficticia para fortalecer la afirmación mesiánica de Jesús, vinculándola con la Profecía Estelar del Libro de Números.
Posibles eventos astronómicos: supernova, nova o conjunción planetaria
Si la Estrella de Belén fue un evento astronómico real, implica un cambio en el cielo nocturno lo suficientemente significativo como para ser notado e interpretado como una señal.
Una supernova, por ejemplo, podría encajar en esta descripción. Los registros históricos, como la documentación de los astrónomos chinos sobre una misteriosa “estrella invitada” en 185 EC y la supernova de Kepler en 1604, muestran que las supernovas eran observables e impactantes.
RCW103, un remanente de supernova de hace unos 2,000 años, y el púlsar Hulse-Taylor, registrado por astrónomos chinos y coreanos entre el 4 y el 2 a.C., son candidatos potenciales.
Alternativamente, el fenómeno podría haber sido una nova, un brillo temporal de una enana blanca, lo suficientemente común como para ser una explicación plausible de la estrella de Navidad.
Sin embargo, otra teoría intrigante no implica un brillo repentino, sino más bien un impulso: una configuración celeste en la que dos objetos en el cielo aparecen cerca uno del otro.
El dilema direccional: ¿el cometa como guía celeste?
La naturaleza guía de la Estrella de Belén presenta un desafío a la hora de identificar un candidato astronómico adecuado. Los cometas, que se mueven por el cielo, han sido una interpretación popular debido a su apariencia dinámica. Sin embargo, el doctor Brown señala que la rotación de la Tierra hace que cualquier objeto celeste sea una mala guía para una ubicación terrestre específica.
Un cometa, aunque parezca plausible, aun así sería incapaz de mantener una dirección constante en el cielo.
Es posible que los Reyes Magos, posiblemente astrólogos, no hayan seguido literalmente la estrella, sino que interpretaron su aparición como el momento adecuado para emprender su viaje.
Esta interpretación se alinea más con las prácticas astrológicas de la época. Sin embargo, con la postura posterior de la Iglesia Católica contra la astrología, una explicación más tangible, como un evento astronómico coincidente, podría haber ganado popularidad.
En conclusión, la Estrella de Belén sigue siendo uno de los grandes misterios celestiales de la historia. Ya sea una supernova, una nova, una conjunción planetaria o un elemento simbólico del Evangelio de Mateo, su historia sigue cautivando e inspirando.
El debate sobre su realidad y naturaleza refleja la interacción duradera entre las creencias religiosas, la interpretación histórica y la ciencia astronómica, un testimonio de la intriga duradera de esta estrella legendaria.
Por Gabriel Lago