Más de una década después del trágico accidente de la central nuclear de Fukushima, Japón comenzó a verter en el océano las aguas residuales usadas para enfriar los reactores atómicos. Su acción cuenta con el visto bueno de la OIEA, pero las críticas no ceden.
Ni el miedo entre sus ciudadanos ni las críticas de China detuvieron al gobierno de Japón, que este jueves comenzó a verter en el océano Pacífico aguas residuales tratadas de la planta nuclear de Fukushima.
Desde el tsunami de 2011, que dañó gravemente las instalaciones, allí se acumularon más de un millón de toneladas del líquido.
El gobierno del país asiático afirma que el riesgo de contaminación es mínimo, por los procesos de filtración de las aguas, y cuenta con el respaldo del organismo de control nuclear de la ONU, la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Su iniciativa, sin embargo, genera controversia a nivel local, en donde las comunidades temen que un posible daño ambiental afecte la pesca y otras actividades económicas.
También enfrenta una fuerte oposición de China, su principal comprador de productos marinos, que lo acusa de tratar el océano como su “alcantarilla privada” y que se quejó de la OIEA por considerarla “unilateral”.
Este jueves, luego de que Japón comenzó su plan de descargas, el gobierno de Pekín anunció que bloqueará todas las importaciones de mariscos para, según su Oficina de Aduanas, “proteger la salud de los consumidores chinos”.
Se calcula que la medida infligirá un daño económico, y Japón ha admitido que las empresas sufrirán un golpe “significativo”.
China continental y Hong Kong importan juntos más de $1,100 millones de dólares en productos del mar de Japón cada año, lo que representa casi la mitad de las exportaciones de productos del mar del país.
Corea del Sur también tiene una prohibición de larga data sobre algunos productos del mar japoneses. Pero el jueves no hizo comentarios mayores.
El primer ministro, Han Duck-soo, dijo que “lo importante ahora es si Japón, como prometió a la comunidad internacional, sigue estrictamente los estándares científicos y proporciona información de forma transparente”.
Seúl y Tokio se han acercado a pesar de profundos agravios históricos, unidos en su alianza con Estados Unidos mientras enfrentan amenazas de Corea del Norte y China.
Sin embargo, la mayoría de los surcoreanos se oponen a la liberación del agua y el jueves manifestantes en Seúl intentaron asaltar la embajada japonesa.
También se llevaron a cabo airadas manifestaciones en Hong Kong y Tokio.
¿Qué sucede en la planta de Fukushima?
Desde el desastre, la empresa propietaria de la planta de Fukushima, Tepco, ha estado bombeando agua para enfriar los reactores nucleares.
Esto quiere decir que la planta produce a diario agua contaminada (aproximadamente 100 metros cúbicos al día), que se almacena en tanques gigantescos.
Hasta el momento se han llenado más de 1,000 tanques. Japón dice que esta no es una solución sostenible a largo plazo, y por eso libera agua en el océano Pacífico que se espera dure por 30 años.
Liberar los desechos de agua tratada en el océano es una práctica de rutina en las plantas nucleares, pero dado que esta situación es el resultado de un accidente, no es un desecho nuclear típico.
Tepco filtra las aguas de Fukushima a través de su Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS, por sus siglas en inglés), que reduce la mayoría de las sustancias radioactivas a estándares de seguridad aceptables, excepto el tritio y el carbono-14.
El tritio y el carbono-14 son, respectivamente, formas radioactivas del hidrógeno y el carbono, y son difíciles de separar del agua.
Estas sustancias están presentes en el entorno natural, el agua, e incluso en los humanos, ya que se forman en la atmósfera de la Tierra y pueden entrar en el ciclo del agua.
Ambas emiten niveles bajos de radiación, pero pueden suponer un riesgo si se consumen en grandes cantidades.
Las aguas filtradas se diluyen con agua de mar para reducir las concentraciones de sustancias restantes, antes de ser liberadas en el océano.
Tepco afrima que su sistema de válvulas asegura que no se puede liberar accidentalmente aguas de desecho sin diluir.
El gobierno de Japón añade que los niveles finales de tritio –de cerca de 1,500 becquereles por litro- es mucho más seguro que los niveles requeridos por los reguladores para las descargas de desechos nucleares o por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua potable.
Tepco dice también que los niveles de carbono-14 se ajustan a los estándares de seguridad internacionales.
La empresa y el gobierno japonés han llevado a cabo estudios para demostrar que el agua desechada presentará poco riesgo para los humanos y la vida marina.
Muchos científicos también han respaldado el plan.
“El agua liberada será una gota en el océano tanto en términos de volumen como de radioactividad. No hay evidencia de que estos niveles extremadamente bajos de radioisótopos tengan un efecto perjudicial para la salud”, señaló el experto en patología molecular Gerry Thomas, quien trabajó junto a científicos japoneses en investigación sobre la radiación y asesoró a la OIEA en sus informes sobre Fukushima.
¿Qué dicen los críticos?
Pero no todos están convencidos con los argumentos de la compañía o del gobierno japonés.
Antes de conocerse la aprobación del plan por parte de la OIEA, Greenpeace publicó informes donde plantea sus dudas sobre el proceso de tratamiento de Tepco, alegando que no hace lo suficiente para remover las sustancias radioactivas.
Los críticos dicen que Japon debería, por el momento, mantener el agua tratada en los tanques. Esto, alegan, permitiría ganar tiempo para desarrollar nuevas tecnologías de procesamiento y para que la radioactividad restante se reduzca naturalmente.
También hay algunos científicos que se sienten incómodos con el plan.
Dicen que se necesitan más estudios sobre cómo estos residuos pueden afectar el lecho oceánico y la vida marina.
“Hemos visto una evaluación de impacto radiológico y ecológico inadecuada y nos preocupa que Japón no solo no pueda detectar qué está ingresando en el agua, los sedimentos y los organismos, sino que si lo hace, no haya forma de eliminarlo… no hay manera de volver a meter al genio dentro de la botella”, le explicó a la BBC el biólogo marino Robert Richmond, profesor de la Universidad de Hawái.
Tatsujiro Suzuki, profesor de ingeniería nuclear del Centro de Investigación para la Eliminación de las Armas Nucleares de la Universidad de Nagasaki, le dijo a la BBC que el plan “no conduciría necesariamente a una contaminación grave o dañaría al público si todo sale bien”.
Pero dado que Tepco fracasó en 2011 en evitar el desastre, a él le preocupa que un accidente potencial pueda liberar agua contaminada.
¿Que hay detrás de la reacción de China?
Varios analistas argumentan que las reacciones de China están motivadas tanto por la política como por preocupaciones genuinas.
La relación de Tokio con Pekín se ha deteriorado en los últimos años a medida que Japón se acerca a Estados Unidos y también muestra su apoyo a Taiwán, una isla autónoma reclamada por China.
“Este incidente es más un síntoma que una causa del empeoramiento de las relaciones chino-japonesas”, dijo el experto en política exterior china Neil Thomas del Asia Society Policy Institute.
“Pekín podría haber hecho menos escándalo por la liberación de agua si su relación con Tokio estuviera en un mejor lugar”.
Es probable que Japón “rechace esta crítica, pero es poco probable que haga algo provocador”, dijo James DJ Brown, profesor especializado en política exterior japonesa en el campus de la Universidad de Temple en japón.
“Si bien el gobierno de Japón está profundamente preocupado por lo que considera acciones agresivas del Partido Comunista Chino, entiende que le conviene mantener relaciones estables con su vecino más grande”.
Pero quizá no sea necesario esperar mucho. Algunos creen que es posible que China no cumpla con la prohibición.
“Las crecientes dificultades económicas de China podrían significar que cualquier prohibición sea relativamente breve y limitada, para limitar el impacto negativo sobre los importadores chinos y el sentimiento empresarial”, agregó Thomas.
¿Cómo responde Japón a las críticas?
Las autoridades japonesas y Tepco han lanzado amplias campañas de educación pública y el primer ministro, Fumio Kishida, ha prometido “un alto nivel de transparencia”.
Tepco también se comprometió a publicar datos en línea en tiempo real sobre los niveles de radiactividad del agua, en un portal dedicado a explicar los procesos de tratamiento y descarga en varios idiomas.
Se ha invitado a delegaciones extranjeras y medios de comunicación, incluida la BBC, a realizar visitas guiadas a las instalaciones de procesamiento y, en el frente diplomático, Tokio entabló conversaciones con sus vecinos.
En materiales publicados en el sitio web de su Ministerio de Asuntos Exteriores, Japón también señaló que otras plantas nucleares en la región -particularmente las de China- descargan agua con niveles mucho más altos de tritio. La BBC pudo verificar algunas de estas cifras con datos disponibles públicamente de las plantas nucleares del gigante asiático.
Pero la mayor reivindicación puede residir en el informe de la OIEA, publicado por el jefe de la agencia, Rafael Grossi, durante su visita a Japón en julio.
El informe, que surgió después de una investigación de dos años, encontró que Tepco y las autoridades japonesas estaban cumpliendo con los estándares internacionales de seguridad en varios aspectos, incluyendo instalaciones, inspecciones y cumplimiento, monitoreo ambiental y evaluaciones de radiactividad.
Grossi dijo que el plan tendría un “impacto radiológico insignificante en las personas y el medio ambiente”.
*Este artículo ha sido elaborado con la colaboración de Tessa Wong, Yuna Kim y Chika Nakayama.
Por BBC News Mundo